Aquella tarde Ozzy se fué antes
del pub. Se sentía un poco cargado así que decidió dar un rodeo por el bosque
cercano, a las afueras de Aston, antes de volver a casa. Estaba anocheciendo y
por ese camino tardaría veinte minutos más en llegar a Lodge Road pero no le
importó, necesitaba despejarse un poco y el aire fresco le sentaría bien.
Situado
a la entrada del bosque, el sendero se abría paso entre dos filas de árboles, a
uno de los lados la vegetación se hacía más espesa y el bosque se desarrollaba
hacia el suroeste, pero al otro lado las luces de la pequeña ciudad se filtraban
entre las ramas y alumbraban el camino como si fuera un parque.
Ozzy avanzó pesadamente, se
puso un cigarrillo en los labios y rebuscó en sus bolsillos, el mechero debió
quedarse en el pub, pensó. Se sorprendió al encontrar unas monedas en su
chaqueta, las puso sobre la palma de su mano y trató de contarlas pero sumar le
suponía demasiado esfuerzo, está muy oscuro, se dijo, no se ve nada. En ese
momento tropezó con una raíz y cayó rodando por una pequeña pendiente.
Se quedó quieto, encogido
sobre su sombra, ¿me he pasado el camino? pensó. Tenía hierba en el pelo y
tierra en la boca, escupió, trató de levantar la cabeza y se golpeó con una
rama baja.Tragó un poco más de tierra y tosió. De pronto se sobresaltó. Miró
entre los arbustos y dio un respingo. Eso es un ojo, se dijo. No puede ser. A dos
a palmos de su cara, entre las hojas secas y las ramas, un ojo de pupila
dilatada y amarillenta le miraba fijamente. Eso es un ojo. Se fijó en la
silueta oscura que rodeaba el ojo y resopló aliviado. Es un bicho muerto,
joder, se tranquilizó. No me está mirando, hay un puto bicho muerto en el
bosque. Que susto me ha dado. Era un pequeño ciervo. Pero si estaba muerto
qué era ese revuelo a su alrededor. ¿Habrá cazadores por aquí, a estas horas? Oyó
susurrar unas voces pero no entendió lo que decían. Le pareció que alguien se
movía en la oscuridad y se quedó totalmente inmóvil. Notaba unas sombras de
pequeño tamaño moverse alrededor del cervatillo. Serán niños, pensó. Levantó un
poco la cabeza para mirar y se quedó helado.
Eran hadas. Ozzy abrió
mucho los ojos, los cerró con fuerza y los volvió a abrir. Las hadas seguían
allí. Pequeñas, de piel pálida con una ligera tonalidad verdosa, danzando bajo un
cielo sin estrellas. Iban vestidas con pieles y calzaban botas. ¿Botas? También
llevaban cuchillos. ¿Cuchillos? Se fijó en el oscuro charco brillante. Las
putas hadas están despellejando al ciervo, pensó. Notó algo a su espalda. Se volvió
lentamente. Una de las hadas le estaba mirando. Le miraba con ojos brillantes y
sonreía mostrando unos pequeños dientes afilados. Ojos brillantes. Siluetas
oscuras. Vió algunas sombras recortadas entre los árboles moviéndose a su
alrededor. ¿Algó le tiraba del pelo hacia atrás o se lo había enganchado en una
rama? ¿Se había clavado alguna espina en el cuello? Algo líquido le mojó la
cara. ¿Ahora se va a poner a llover? Tenía toda la cara mojada pero eso no era
agua. Le lloraban los ojos. Ozzy parpadeó y se abrazó a la oscuridad.
…………………………..
Pero yo las he visto,
protestó Ozzy. Llevan botas y…
Sí, claro tú las has visto,
hadas en el bosque…¿y qué hacían? ¿bailar con un enano?
No, estaban despellejando
un ciervo, pero…
Esta vez has ido demasiado
lejos, hijo, le dijo el doctor, tú lo único que haces es fumar y colocarte...
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